Después  de casi tres años/temporadas de programa de radio/podcast uno se da cuenta de que no es lo mismo hablar de una serie desde el recuerdo que hacerlo habiéndola visto recientemente. Esto también aplica para series que vemos por primera vez o series que volvemos a revisionar. Dicho de otra manera: más vale tener fresco aquello de lo que vas a hablar. Porque si no hablamos de algo desde el recuerdo del recuerdo del recuerdo y así infinitamente, tantas veces como volvamos a recordar.

A Kanae, nuestra protagonista, le ocurre algo parecido: Le es imposible salir del bucle del recuerdo. Y es que su marido Satoru desapareció hace un par de meses sin dejar rastro cuando desde fuera parecían un matrimonio bien avenido. Los dos regentaban un sentô, un balneario, lugar de relax para todo tipo de edades y que cada vez están más en peligro de extinción. 

El problema es que a la pobre Kanae, de fuerte carácter pero que mostraba su lado más dulce en esas escenas de intimidad sentimental con su pareja, se le acumula todo: La pérdida, el sentir que no conocía a la otra persona, la falta de información de lo que ha pasado y el vivir a expensas de descubrir algo más en las noticias con un sobresalto en el corazón cada vez que escucha o lee sobre un asesinato o suicidio; recordemos que tal como se nos dice en el manga, desaparecen alrededor de unas cien mil personas cada año en el país. Pero todo pinta que su marido simplemente la abandonó. 

Por supuesto, y aunque Japón es un país moderno, sigue siendo una sociedad con valores muy tradicionales y que el marido desaparezca es una fuente continua de chismorreos entre el vecindario. Y más chismorreos que habrán cuando la asociación de balnearios le presente al reabrir el negocio a un nuevo y joven ayudante reservado, responsable y a la vez confidente, creando una atmósfera de tensión sexual no resuelta que quizá tiene más que ver con Kanae tratando de recuperar sensaciones y confianza después de un varapalo emocional que otra cosa. 

Al final, ante ciertos sucesos nuestra autoestima queda resentida y nuestra protagonista no es una excepción. Durante una mala época, acabamos dudando de nosotros mismos hasta límites insospechados y Kanae incluso duda de su propia existencia. Sí, de vivir. Si vale la pena vivir o no es algo que irá planteándose, como esa imagen de ella debajo del agua en la que desearía desaparecer y que es la imagen de portada. 

Estamos delante de un drama de corte costumbrista con momentos de humor situado en esos escenarios urbanos de prefectura/provincia en el país nipón y al mismo tiempo no muy alejados de zonas rurales, que también nos sirven para darnos cuenta de la realidad cotidiana de un Japón alejado de las luces de neón de Tokyo que siempre vemos en las redes. 

Decía Rumiko Takahashi -como ya nos ha recordado Oscar alguna vez en el programa- que la genialidad de una serie reside en crear unos buenos personajes y Tetsuya Toyoda lo consigue con maestría, cada personaje de este slice tiene una función que, además, resulta absolutamente creíble.

Narrada con maestría y con ese valor intrínseco del manga como es aprender parte de la cultura japonesa, en este caso entenderemos mejor cómo funcionan los balnearios aunque sean solo la excusa para situar una buena historia. 

El cierre es redondo. Y esto no significa que sea un final feliz, ni mucho menos: Eso ya es interpretación personal. Pero que haya más finales aparte del “principal” es un añadido que hace subir aún más enteros del manga porque en un tomo único siempre es difícil cerrar el círculo. Un manga que por cierto fue publicado en la mítica revista Afternoon de Kodansha, de la que han salido unas cuantas genialidades. 

El uso de viñetas de Tetsuya Toyoda, muy cinematográfico, no se queda atrás. Cierto es que el estilo de dibujo puede parecer sencillo a primera vista, pero esto es algo que personalmente he descartado en la segunda lectura. La cara de Kanae afligida, con mal de amores y pensativa a cada segundo (y quien haya padecido mal de amores ya sabe de qué hablo) es indudablemente real. Así, facciones y emociones de personajes, paisajes y otros elementos del contexto “balnearial” unido a una línea clara resultan en una obra muy fácil de leer, que no simple, y con sensación de que Toyoda es un gran artista y mangaka.

Quizá os preguntéis si está la edición a la altura de otras ediciones. Hablamos de Milky Way, que cuenta en su haber con una gran legión de seguidores y no es casualidad. Un tomo de 308 páginas, las primeras a color y una sobrecubierta tan llamativa como agradable al tacto. Esto no son más que datos que cualquiera puede encontrar. La edición es preciosa, como todas las de Milky Way, que a mi personalmente me encandila con sus tomos únicos, siendo este mi preferido en particular. 

Otra pregunta que puede surgir es el por qué Undercurrent como primer artículo para la web. Bien sencillo: era una de esas obras que merecía un revisionado -que Undercurrent sea un solo tomo también ayudaba, la verdad- y porque en un programa de una hora siempre nos vamos con la sensación de que no le hacemos justicia del todo a ciertas obras. Y estamos ante una de ellas. 

Me quedo con ganas de más del mismo autor. Seguro que el live action valdrá la pena, pero que la versión en papel siempre o casi siempre suele ser mejor es algo que los del mundillo ya sabemos y para eso no hace falta esperar a ver la versión de imagen real. Así que de momento dejaos arrastrar por la corriente subterránea más cercana y acercaos a vuestra librería especializada porque no os arrepentiréis. Y así quizá podréis responder a la pregunta de uno de los personajes:

¿Qué es conocer a una persona?